jueves, 14 de julio de 2011

Volver la vista, la historia es menos deprimente que la actualidad.

Visto como está el panorama económico, y lo que esa cayendo no solo en Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, sino además ahora le toca el turno a EEUU, y que el fin de semana esta a tiro de piedra, he pensado que no quiero deprimirme, y que  me apetece recordar algún pasaje de la historia española, historia tan apasionante como desconocida.



Seguro que todo el mundo ha oído hablar de Lucrecia Borgia, de su hermano Cesar y de su padre Alejandro VI, antes Rodrigo de Borja. Lo que mucha gente ignora es que el Ducado de Gandía fue creado por los Reyes Católicos para Pedro Luis de Borja Catanel en el año 1483. Pedro Luis era al igual que Lucrecia y Cesar, hijo de Alejandro VI, pero el nombre de la madre de este último no ha trascendido hasta nuestros días. Su padre, el entonces Papa, abonó una importante deuda que Fernando el Católico había contraído y cuya garantía de pago era Valencia. Ese era un tiempo en el que los Reyes eran los propietarios de sus reinos y de la misma forma que hoy en día un ciudadano puede acudir a un banco solicitar una hipoteca sobre su vivienda, en aquel entonces los Reyes acudían a los prestamistas judíos en su mayoría, ( la usura estaba prohibida a los cristianos por la Iglesia) y que la garantía fuera un castillo, un condado o un reino era algo tan normal como hoy en día que lo sea tu vivienda. En definitiva que Alejandro VI pagó la deuda y su hijo bastardo fue Duque de Gandía. Alejandro, astuto, inteligente, despiadado, mujeriego y pecador, movió a su familia y a sus componentes como simples piezas de ajedrez, movido por la ambición y las ansias de poder. Poco podía prever este político, que el IV Duque de Gandía su tátará tátara nieto, pasaría a la historia como San Francisco de Borja.






Francisco creció en Tordesillas, donde la pobre Reina Juana I de Castilla, la famosa Juana la Loca,  estaba encerrada. Francisco pasó  del Palacio-Prisión de la Reina Juana,  a la corte del emperador Carlos V y de la esposa de este la Emperatriz Isabel, donde sirvió  cómo caballerizo mayor de esta y posteriormente privado del  Emperador.


Francisco nunca quiso ser Duque hubiera preferido ser fraile, pero  obedeció a su familia  y cumplió con su deber  contrajo matrimonio con una noble portuguesa, pero siempre estubo enamorado platonicamente de la Emperatriz Isabel. Cuentan que cuando la Emperatriz muere fue el encargado de llevar su cuerpo  desde Toledo hasta Granada donde encontraría sepultura. Las normas de la época obligaban a reconocer el cadaver antes de despositarlo en su cripta, y después de varias semanas de viaje, y el calor del duro camino el cadaver estaba absolutamente putrefacto, dicen que Francisco cuando entregó el cuerpo a los monjes, habiendolo tenido que reconocer previamente, dijo: “ No puedo jurar que esta sea la emperatriz, pero si juro que es su cadaver el que aquí ponemos” y acto seguido impresionado con la labor llevada a cabo por los gusanos en la carne de la soberana mas bella de su tiempo,” Juró no servir nunca más a ningún Señor que pudiera morir”. Pese a su juramento ejerció brillantemente como Virrey de Cataluña. Solo se retiró a su tierra a la muerte de su padre, entendiendo que había cumplido con su obligación para con este, durante los años siguientes se dedico a la Fé, a rezar y realizar obras de caridad. Al morir su esposa, entro en la Compañía de Jesús, y dejo el ducado a su hijo mayor y el se dedicó  en cuerpo y alma a dicha congregación. Con el tiempo fue Padre General de la orden fundada por San Ignacio de Loyola, otro español, que la concibió como si de un ejercito se tratara.  Francisco fue un buen “general”,e hizo que su orden ganara en prestigio y poder.

Resulta curioso que de una familia de pecadores al final naciera un santo.


dio el salto

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